Un estudio reciente encontró una relación entre la función nerviosa autónoma y la enfermedad de Ménière. Esto abre varias vías de investigación que podrían explicar mecanismos involucrados en la patogenia y en las manifestaciones y, de esta manera, conducir a un mejor control de los pacientes.

Ménière, una enfermedad con un halo de misterio

Hace muchos años que se describió la enfermedad de Ménière. Igualmente, todavía existen muchos interrogantes por responder como, por ejemplo, ¿por qué el estrés desencadena las crisis?; ¿por qué predomina la pérdida auditiva neurosensorial de tonos bajos?;  ¿por qué ocurre nistagmo irritativo durante la fase aguda, seguido de nistagmo paralítico?, por citar algunos.

Con respecto a la causa que la produce hay muchas teorías que incluyen orígenes genéticos, autoinmunes, hormonales, alérgicos, infecciosos, psicológicos. Pese a esto, aún no hay una visión clara y definitiva.

Aunque se ha sugerido la participación del sistema nervioso autónomo en la enfermedad de Ménière, solo se han realizado unos pocos estudios para examinar su asociación con las crisis utilizando pupilometría electrónica.

La función nerviosa autónoma en la enfermedad de Ménière

Se sabe que el estrés excesivo puede causar hiperactividad del sistema nervioso autónomo simpático. Un estudio prospectivo fue realizado con el objetivo de comprender los cambios en la hiperactividad simpática antes y después de la enfermedad de Ménière. El estudio comparó la función nerviosa autónoma en pacientes en una fase estable de la enfermedad (n: 129, 32 hombres y 97 mujeres; edad media 44,7 años) y en adultos sanos (n:31, 9 hombres y 22 mujeres; edad media 38,8 años).

La fase estable de la enfermedad de Ménière se consideraba si no se presentaba crisis de vértigo desde hacía más de 3 meses y había suspendido la medicación. El grupo de control incluyó voluntarios sanos sin antecedentes de trastornos del oído interno o medio o cualquier enfermedad subyacente, como hipertensión, diabetes mellitus o disfunción autonómica.

En la metodología se utilizó un análisis de espectro de potencia de la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) de EEG/ECG y un pupilómetro electrónico infrarrojo. Se midió la función nerviosa simpática y parasimpática.

Se prescribió solo betahistina como terapia de intervalo y prometazina como profiláctico cuando los pacientes sintieran que los síntomas eran inminentes o cuando ocurriera una crisis.

Los resultados mostraron:

  • No hubo diferencias estadísticamente significativas en la función nerviosa autónoma determinada por VFC y pupilometría electrónica entre pacientes en una fase estable de la enfermedad de Ménière y adultos sanos.

 

  • La función simpática medida por los parámetros de pupilometría electrónica no mostró diferencias entre los lados afectados y no afectados en los datos de referencia medidos en la fase estable.

 

  • Por el contrario, los nueve pacientes, cuyos datos de VFC se habían obtenido justo antes de una crisis, mostraron una marcada supresión del sistema nervioso parasimpático y activación del sistema nervioso simpático. La pupilometría electrónica también reveló una sobreactivación del sistema nervioso simpático en el lado afectado justo antes de las crisis.

 

  • El análisis de los cambios secuenciales después del inicio de una crisis reveló que la sobreactivación en el lado afectado se redujo después del tratamiento .o se observaron diferencias entre los lados afectados y no afectados 3 días después del tratamiento.

Conclusión

El análisis detallado de la función nerviosa autonómica mostró que, inmediatamente antes de una crisis por enfermedad de Ménière, el sistema nervioso simpático del lado afectado estaba fuertemente sobreactivado.

 

Bibliografía

Masanori Ishii et al. Relationship Between the Onset of Ménière’s Disease and Sympathetic Hyperactivity. 2022 Front. Neurol. 13:804777.

https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fneur.2022.804777/full

 

 

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